
Espacios para ventilar temas relacionados con el abuso sexual y para construir redes de apoyo que le den voz al silencio
domingo

miércoles
Es difícil pronunciar algo coherente ante el texto que me envías, sigue siendo la invitación a que la vida encuentre causes, siga regalando su esencia y permita avanzar con todo y el dolor que está ahí, recordándonos lo que nos inmoviliza, nos vende el ostracismo y el silencio como recurso también de vida, pero en sentido contrario, esto es negando el movimiento vital de sentirme parte de ese movimiento universal que me da un lugar que no siento mio y al no asumirlo me niego a mi mismo y al hacerlo no soy, o mejor soy yo mismo un no lugar desprovisto de belleza, negado, oscuro y sombrío que no quiero ver, no quiero adornar, no es mio, pero sigo siendo, siendo vacío un doloroso vacío sin sentido que se llena a veces de asuntos externos que terminan brindando una falsa sensación de lugar (la droga, el trabajo, el mesianismo, el deseo de tener un lugar, de hacerme a codazos un lugar, por eso el reconocimiento como incesante búsqueda para no sentirme vaciado, el lugar del reconocimiento que me llena temporalmente, que me reconcilia con lo que me niego).
El silencio se vuelve una manera de seguir estando y el aplazamiento o la negación se vuelven el recurso subrepticio de una búsqueda de sentido que no tiene una dirección precisa, es un bosque oscuro que transitas solo, al que no puedes invitar a nadie porque has sido confinado a él como castigo por lo que no hiciste, pero del que eres culpable si o si, como desentramparnos cuando hemos hecho de la racionalización un recurso para entender, o mejor para aceptar, para descargar ese peso de vergüenza que nos inunda y nos define en nuestro fuero muy interno, desde el silencio, mirando como se forman pequeñísimas burbujas que empiezan a salir a la superficie, aun de manera tenue, observando mucho, entendiendo mucho.
Te acompaño en este ingrato momento de tu vida, acompaño tu esencia humana que se duele y se asombra ante un acto de daño infringido de manera barbara, así quien lo hizo le haya puesto todos los filtros para que la culpa no lo toque....
Anónimo
viernes
Mi Reino

Anónima
lunes
¡Calla mundo!

domingo
Puesto a escribir

Preguntas a la vida de un porque por aprender regreso a mi
mente y luego a mi cuarto y en si todo es lo que en firma de y en si todo es lo
que rodea la luz de una vela, que de repente se extingue en un arrebato de vida
y locura, como se arrebata la llama con el viento.
Porque paso lo que paso, que paso se dio, la vida es ahora
un enigma responsable o una locura constante, siempre el ahora que continua
sonando como Amy Winehouse en una canción que me recuerda la que ah partido
como llama con el viento, me pregunto si esto es algo mas que una locura y
regreso a la vela q comenta algo .. que aunque me cuesta aceptar vibra, ser
sentido elevado de algo tan eterno como la miel.
Del amor y otras
desgracias dirían … que dirían. Fuerza del cosmos tómame vivo entre el miedo de
la fuerza que recorre mi interior déjate de cosas y de angustias déjate de
teclas o de formas de momentos fugaces como la hiel, que zambullida a un mar
bravío que se exclama como el timón de un formula 1 donde viaja tu mejor amigo
agarrado de la vida y los frenos de su auto, queda una milla por ser vivida y
el acelerador es una cuestión de actitud … amor o simple perfección.
Perdón en la comarca del pecado gritaba el loco alborotado,
y aun los ellos se peleaban, las palabras se cruzaban y la vida continuaba.
24/11/12
Artista
martes
El amor no es posible sin la dialógica

Para que otros no callen debemos nosotros mismos hablar; hablar del peso de la ausencia; hablar como una manera de decirle a quien nos aísla y no nos reconoce como un auténtico otro que para mí, él o ella sigue siendo importante; hablar para no llevar solos el peso de la culpa, el dolor, la violencia o la ira; hablar para decir que nos sentimos solos, tristes, desamparados, incomprendidos, vulnerados.
Hablar porque si al menos uno/a de los/las dos habla, entonces se abre el camino para romper la indiferencia, para que el otro o la otra recuerde que yo estoy ahí y que si no desea hablar como mínimo puede recibir de mí el abrazo, la ternura, la solidaridad, el afecto y darse cuenta de que también puede contar conmigo.
Si logramos que el otro, la otra, hable, es posible construir la conversación, como camino al dialogo, y este como camino a la dialógica, porque sólo entendiendo que el otro, la otra, vive, siente y se emociona distinto de mí y respetando dicha situación es posible ese dialogo en la lógica de quien necesita ser escuchado, amado, perdonado… El amor no es posible sin la dialógica."
Manuel Velandia
domingo
Cuatro meses de la partida de Aleja

martes
Cenizas.
Me resisto a perderme de los amaneceres, me resisto
a dejarme doblegar por el tiempo, por las lágrimas. Hasta hace un tiempo soñaba
que aguantaba una pesadilla, y cada mañana, con el canto de los pájaros tomaba
nuevamente conciencia de la aurora. Poco a poco me fui volviendo aparentemente
más distante, aparentemente más racional, aparentemente más matemática.
Me empeñaba en dosificar las tristezas, y me
tragaba cada pastilla de agonía con un buen sorbo de amabilidad, de empatía.
Fue durante mucho tiempo mi forma de mantener controlada esta enfermedad. Este
mal de sueños que me envolvía en los momentos más inoportunos, incluso en los
pocos instantes felices.
Vivía adormecida por el cálculo, por los gritos
contenidos, por el desastroso paso del tiempo que me iba ajando incluso la
posibilidad de amar. Poco a poco me convertí en bufón de comarca. A todos hacía
reír y de todo me reía, y de nuevo en las noches, despierta o adormecida, me
abandonaba al dolor…
Ese padecimiento me separaba de todos los que me
rodeaban, y en cierta forma, me brindaba una curiosa protección. Soporté este
mal algún tiempo, hasta que un día, me di cuenta que se me estaba convirtiendo
en culpa, y por cuenta de ese sentimiento, había identificado al más firme
combustible de la hoguera a la que me entregaba cada noche.
Incluso me llegué a convencer que algún delito me
asistía, y por tanto, merecía deshacerme en llamas cada noche. Curiosamente,
volvía la aurora, renacía, incluso a pesar de la culpa. Llegué a pensar, que
gracias a ella, me entregaba a las llamas una y otra vez.
Quien me acompañe en la lectura, usted amiga o
amigo lector, se dará cuenta que sólo hablo de mí misma, en primera persona,
invadida. Quizá se deba a que por muchos años, sólo fue un asunto en primera
persona, cómo si yo fuese victimario, víctima, juez y verdugo. Estará usted de
acuerdo, en que en este cuento, hace falta alguien más, alguien que aún me
resisto a nombrar…
Anónima.
lunes
Decisiones

Yo trato de tener presente la responsabilidad que
tengo con mi vida, con mi silencio... Sabes, mi madre se culpa por muchas
cosas, hay días en que me dice que si ella no hubiese sido tan estricta, o si
no me hubiese... o si hubiese ..., si no ..., si mejor... y yo trato cada vez
de decirle mirándola a los ojos con la mayor sinceridad, que si bien ella fue y
es una influencia muy importante para mí, yo tuve oportunidad de decidir, de no
someterme, incluso de mentir, que lo que soy, es a riesgo de mis propios
designios; por supuesto, hay vivencias que marcan diferencia, pero en todo
caso, quien las vive es quien tiene opciones para afrontarlas... todos tomamos decisiones y muchas afectan a quienes nos rodean, pero
eso no impide que las sigamos tomando, porque es nuestra forma de afrontar la
vida..." Anonima
"...En lo que a mí concierne (y estoy segura, que a
muchas mujeres más), hay algo que se revolvió, algo pestilente que pude sacarme
de encima, y que espero, me brindará la oportunidad de seguir adelante, sin
cataratas en los ojos, sin mordaza, seguir en mi cotidiana batalla..." Anonima
"..Hacemos parte de todo este gran equipo de personas que luchan por los
derechos, que a pesar de todas las derrotas que enfrentamos diariamente en
nuestro laborar, seguimos pesando que vale la pena, que si es posible cambiar
el mundo de muchos seres humanos, que están allí en la penumbra" (LAR)
El origen...
..hoy que me entero, la carga sistémica muere, la cadena se corta para siempre. Gracias, gracias, gracias... por mostrarme lo que no habíamos sido capaces de mirar de otra manera, entre ello que la venganza en forma de "justicia" no ayuda. JB.
Lo que sana es la reflexión profunda
acerca del origen
sábado
Mis Noches

Maldad
Oh tu que pudres y dominas la mente humana, oh tu
que corrompes la mente humana, oh tu que la llevas a cometer las calamidades mas
desgarradoras, que la pudres por dentro que la encegueces, oh tu que nos alejas
de la realidad que nos oprimes que nos controlas, oh tu tan cruel, tan
asustadora, tan grande, tan negra, tan inescapable, si, tu, maldad, tu
repugnante bicho, repugnante plaga que nos corrompes, si a ti te pido no te
acerques a mi, no me llenes la mente de tanta porquería, de tanto dolor, de
tanta locura, no me lleves a tu oscuridad, no te quiero cerca de mi, no quiero
tu confusión, no quiero que me arrastres contigo y me alejes de mi esencia, de
lo que soy; solo te pido eso, a mi no te acerques, no me mires, no me desees,
porque soy fuerte y nunca juro nunca, me tendrás, nunca me controlaras, nunca
lograras que haga lo que tu maldito hechizo genera en los humanos, nunca
lograras bajarme a tu nivel. .. No no lo hare, amo mi alma como es pura, amo mi
sensibilidad la cual espero nunca perder, mi inocencia de que las cosas pueden
ser mejores, de que nos lograremos salvar de que de pronto halla un poco de
esperanza, amo poder sonreír, porque para mi eso es fortaleza; no tu falsa
fortaleza de cerrarse a lo demás no tu falsa fortaleza de supuesta seguridad en
la cual la gente cree que solo importan ellos. Te odio y lo quiero gritar, odio
lo que nos has vuelto, odio el sufrimiento de los demás, odio el hambre y la
pobreza odio la inequidad y el sufrimiento de cualquier ser que sienta, odio lo
que eres y en lo que me podría convertir si me arrastras; pero lo juro como que
mi nombre es Alejandra, que no, que nunca que nunca me chuparas el alma, que
mis sueños nunca serán aplastados por tu rencor, que mi esperanza seguirá
brillando sin importar, que lo lograre con o sin tu ayuda, sola o acompañada. Esta
guerra la venzo, yo amo todo lo hermoso y odio todo lo que se parezca a ti,
todo lo que me recuerde tu maldad, lo que esta dañado, roto, negro, triste,
pero no esta perdido; todo lo puedo cambiar y lo hare, yo quiero que el mundo
sea mejor y amo querer eso aunque muchos crean que es una visión estúpida y de
niña chiquita… pues lo siento soy una niña chiquita y eso no lo planeo cambiar,
porque la adultez es lo que se tira esta vida, el perder la emoción jajaja.. se
como sueño y sonrió al pensarlo pero me alegra porque así soy feliz luchando
contra ti puta maldad que todo lo tienes, solo quiero que sepas que tienes una
contrincante que aunque pequeña luchadora y nunca me vencerás. (AE)

martes
Tardanza
No podía desviar la mirada, la lluvia, abundante,
prolija, desordenada, me tenía cautivada. A lo lejos un relámpago, dos, tres, y
el retumbar de su eco entre las paredes. Durante muchos años, le tuve miedo a
las tempestades, a los perros, a las sombras de luna llena, a los desconocidos,
y a la soledad. A la soledad siempre te tuve pánico, me la imaginaba como un
manto infinito, que una vez me cubriese, sería capaz de asfixiarme.
Todas mis cobardías se me figuraban ahora, como las
ondas que produce cada gota de lluvia sobre el pavimentado patio. Sentí deseos
de salir, de correr y empaparme, de dejar que el agua me agujereara los
temores, y con buena suerte, se expandirían tanto, que paulatinamente se
romperían, y yo me libraría incluso de la soledad. Antes de lanzarme en brazos
de aquella tentadora idea, me pregunté si debería abrigarme o no, si sujetaría
mi cabello, o lo dejaría libre.
Y tanto pensé, que pronto, dejó de llover.
Anónima.
Sanando
Al menos de mi parte, puedo afirmar que haber
tenido la oportunidad de escribir, fue como una poción sanadora. Y no sólo
escribir, sino escribir para ser leída, a pesar de rehusarme a detentar la
autoría. Estuve mirando en tu perfil en facebook, y por extraño que me parezca,
el ver publicado el escrito me permitió quitarme algo de encima. Creo que nos
brindas la oportunidad de romper el silencio de la cotidianidad a gritos.
Agradezco mucho el envío de algunos comentarios.
En lo que a mí concierne (y estoy segura, que a
muchas mujeres más), hay algo que se revolvió, algo pestilente que pude sacarme
de encima, y que espero, me brindará la oportunidad de seguir adelante, sin
cataratas en los ojos, sin mordaza, seguir en mi cotidiana batalla.
AnónimaAlelos
Indisolublemente separada, ausente. Así es como me
siento a veces, ¡tan alejada de cualquier propósito!, náufraga en mi desierto. Me niego a pensar, me resisto a sumergirme en ese
pozo oscuro que son los recuerdos. No importa si estoy riendo a carcajadas, si
cumplo mis deberes con el automatismo de estas palabras que parecen escribirse
una tras otra, cada una en su lugar, me sumerjo una y otra vez.
Puedo cerrar los ojos, taparme los oídos,
recostarme sobre mis propios brazos para ahorrar el flujo de sangre, incluso
morderme la lengua para abstenerme de hablar. No basta con encerrarme en mi
cuarto y tapiar puertas y ventanas. El enemigo habita dentro de mí, retumba en
mi cabeza, rompe mi piel desde adentro, me quema la poca alegría que a veces
despunta en el oriente, y convierte las cenizas en un fango despiadado que deja
correr sus vapores entre la sangre: a diario, constante, tan insistente como
mis propias manías.
Hay tardes especialmente lluviosas en las que
incluso puedo oler la mezquindad que rompió los vestidos de mis muñecas, y me
aterro, me paralizo ante esa verdad: hace muchos años soy yo misma la que exuda
los vestigios de su canallada. Está en mi código genético el germen del horror
del que no fui capaz de huir.
Y estará ahí siempre, mientras yo continúe con
vida, será parte de mí. Tal vez por eso me siento extranjera de mis propios
huesos, quizá a eso se deba en parte, esta xenofobia respecto de mi carne.
Anónima.
Mi Propio Silencio.
Hace ya casi treinta años que ocurrió, pero aún vuelven a mí los recuerdos, el dolor, el resentimiento, la tristeza y el asco... Tal y como ocurrió la primera vez que comprendí lo sucedido.
Es un tormento que se esconde bajo la marejada de mi alma, y al menor movimiento, emerge como un cadáver horroroso, que a la vez que me aterroriza no puedo dejar de mirar. Y cada vez con una fuerza renovada, me hace sentir nuevamente como si yo no fuese más que un desecho inmundo. Me dan ganas de arrancarme las carnes. Se fortalece un odio imposible hacia él.
Imposible porque desde muy pequeña caí en cuenta que a él no podía repudiarlo, que lo que se esperaba de mí, era que lo amase, pero, ¿cómo hacerlo?, ¿cómo es posible que me hayan convencido que es un deber amarlo?, ¿por qué no puedo siquiera odiarlo con libertad?
Un día me dije a mí misma que ni siquiera en su lecho de muerte, le daría a entender que yo recuerdo todo, que aún me resuenan sus palabras, que cuando me convertí en mujer, mi propia sexualidad reflejaba una y otra vez lo ocurrido. Mi castigo sería, nunca reprocharle, abstenerme de escupirle a la cara, quizá con la absurda esperanza, de que al menos la ausencia de palabras al respecto, le harían germinar como bacteria, una culpa que con suerte, le atormentaría hasta el final de sus días. Sin embargo, no había ninguna evidencia que tal y como yo suponía, él tuviese al menos una gota de remordimiento.
Me siento completamente impotente, no soy capaz siquiera de lanzarle una mirada de desprecio. Siempre he sido capaz de demostrarle mi amor, pero nunca el odio.
Me aterra pensar en las consecuencias de sacar a la luz el sufrimiento de tantos años. No me creo capaz de soportar la reacción de mi madre, el dolor que le causaría.
Aunque sé que no hay justificación alguna para que el silencio de mi parte haya sido su cómplice más leal, no podría afrontar el hacerlo público; la vergüenza, las preguntas, el dolor. Sólo imaginar la posibilidad hace que incluso se detenga la escritura.
Esto sólo lo escribo, porque no tengo intensión de detentar autoría, yo misma me relegaré tal y cómo lo he hecho todos estos años, al anonimato.
No tengo fuerza para proceder de otro modo, mi fuerza se ha concentrado en mantenerme viva cada vez que el tormento se renueva, y son tantas las veces en que he sentido mi ánimo flaquear. Tal vez porque en mi mundo hay otras personas, otras actividades, y esta querida escritura, me he mantenido medianamente cuerda, medianamente viva, odiándolo a medias, odiándome a medias (aunque sé que no hay razón válida, es así, lo siento así).
La única forma que tengo de seguir adelante, es tratar de hacerlo, tratar de no pensar, resistir, callar mientras hablo de otras cosas, guardar como un tesoro en el alma, éste desprecio que nunca será dirigido en primera persona a él, y acaso, seguir escribiendo, con la convicción que nunca lo perdonaré, que seguiré queriéndolo, pero sólo porque es mi deber. Por el momento, no me puedo hacer responsable de nada más... Y callo nuevamente.
Anónima.
Es un tormento que se esconde bajo la marejada de mi alma, y al menor movimiento, emerge como un cadáver horroroso, que a la vez que me aterroriza no puedo dejar de mirar. Y cada vez con una fuerza renovada, me hace sentir nuevamente como si yo no fuese más que un desecho inmundo. Me dan ganas de arrancarme las carnes. Se fortalece un odio imposible hacia él.
Imposible porque desde muy pequeña caí en cuenta que a él no podía repudiarlo, que lo que se esperaba de mí, era que lo amase, pero, ¿cómo hacerlo?, ¿cómo es posible que me hayan convencido que es un deber amarlo?, ¿por qué no puedo siquiera odiarlo con libertad?
Un día me dije a mí misma que ni siquiera en su lecho de muerte, le daría a entender que yo recuerdo todo, que aún me resuenan sus palabras, que cuando me convertí en mujer, mi propia sexualidad reflejaba una y otra vez lo ocurrido. Mi castigo sería, nunca reprocharle, abstenerme de escupirle a la cara, quizá con la absurda esperanza, de que al menos la ausencia de palabras al respecto, le harían germinar como bacteria, una culpa que con suerte, le atormentaría hasta el final de sus días. Sin embargo, no había ninguna evidencia que tal y como yo suponía, él tuviese al menos una gota de remordimiento.
Me siento completamente impotente, no soy capaz siquiera de lanzarle una mirada de desprecio. Siempre he sido capaz de demostrarle mi amor, pero nunca el odio.
Me aterra pensar en las consecuencias de sacar a la luz el sufrimiento de tantos años. No me creo capaz de soportar la reacción de mi madre, el dolor que le causaría.
Aunque sé que no hay justificación alguna para que el silencio de mi parte haya sido su cómplice más leal, no podría afrontar el hacerlo público; la vergüenza, las preguntas, el dolor. Sólo imaginar la posibilidad hace que incluso se detenga la escritura.
Esto sólo lo escribo, porque no tengo intensión de detentar autoría, yo misma me relegaré tal y cómo lo he hecho todos estos años, al anonimato.
No tengo fuerza para proceder de otro modo, mi fuerza se ha concentrado en mantenerme viva cada vez que el tormento se renueva, y son tantas las veces en que he sentido mi ánimo flaquear. Tal vez porque en mi mundo hay otras personas, otras actividades, y esta querida escritura, me he mantenido medianamente cuerda, medianamente viva, odiándolo a medias, odiándome a medias (aunque sé que no hay razón válida, es así, lo siento así).
La única forma que tengo de seguir adelante, es tratar de hacerlo, tratar de no pensar, resistir, callar mientras hablo de otras cosas, guardar como un tesoro en el alma, éste desprecio que nunca será dirigido en primera persona a él, y acaso, seguir escribiendo, con la convicción que nunca lo perdonaré, que seguiré queriéndolo, pero sólo porque es mi deber. Por el momento, no me puedo hacer responsable de nada más... Y callo nuevamente.
Anónima.
Manifiesto por la Muerte de Alejandra
El arcoíris
que nos acompañó el día del entierro de mi hija Alejandra, lo vemos hoy
como un portal de
colores que nos pedía dar luz a la oscuridad. Poco a poco esa luz ha ido
entrando y abriendo el camino a una historia de horror, de falta de ética, de
máscara social, de doble moral, que configuraron una trama que terminó en el
suicidio de Aleja, atrapada en
el silencio cómplice del poder.
Hoy hemos
entregado a la justicia el caso documentado de los testimonios que dan cuenta del
abuso sexual de que fue objeto Alejandra por parte de su padre y del cerco de silencio de familiares y
profesionales que se configuro para que no se supiera nada.
Esperamos
que el caso no caiga en la oscuridad de los pasillos y archivos de la Fiscalía,
esperamos que se haga Justicia y que las personas, (familiares, profesionales y
“amigos” que estuvieron involucrados o enterados de esta triste historia)
respondan a la justicia penal y disciplinaria, por qué hicieron, lo que
hicieron; y por qué prefirieron el silencio cobarde y
amañado, a la luz de la verdad que nos hubiera permitido a los que amábamos a
Aleja ayudarla a superar el horror del abuso.
En estas
semanas hemos vivido el drama que se configura alrededor del tema; hemos podido
entender la soledad de las víctimas, que terminan siendo culpables por haber
sido abusadas, hemos aprendido que el sistema entorpece la administración de la
justicia, y hace que las personas desistan de hacer denuncias o procesos; nos
damos cuenta de que el estigma y el silencio que rodean el tema del abuso
sexual generan, vergüenza, sufrimiento,
impunidad (que propicia que se repita una y otra vez), imposibilidad de sanar
el dolor y la rabia y algunas veces, como
en el caso de Aleja, destruyen las ganas de vivir.
El silencio
mata… Hay que hablar!…hay que decir!…hay que organizar dispositivos para
atención… No basta una unidad de delitos sexuales (aunque esta sea
fundamental)… Además hay que preguntar desde donde estamos mirando el tema, CADA
UNO, como parientes, como psiquiatras, como psicólogos, como educadores,
como abogados, como sacerdotes, como amigos. Todas las personas con la que
hablamos nos dicen que conocen casos… algunos han sido victimas también… ¿Y? ¿Qué
hacemos???? Nada…casi nada, intentos individuales desesperados, asustados de
que alguien se haga cargo. ¿¿¿Quién se hace cargo?????
Esta nota
es un manifiesto de protesta familiar por la muerte de nuestra hermana e hija y
es también una invitación a unirnos para
pensar, para trabajar, para llevar luz a tanta oscuridad y poner voz a ese
silencio que mata…
“La
verdad duele y a veces mata… pero la mentira siempre”
Susana
Fergusson y Familia
Martin
Espinosa Fergusson
Pablo
Espinosa Fergusson
Marcos
Espinosa Martínez
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