sábado

Tercer Manifiesto por la muerte de Alejandra

11 Julio de 2015

Los aniversarios hacen realidad ese dicho de que recordar es vivir. Hoy hace 3 años Aleja decidió que no quería vivir más, que esa vida de mentiras y chantajes no valía la pena y se marchó.
Ya que recordar es vivir, hoy quiero recordarla así como era, bella, sensible, con ganas de cambiar el mundo. Miro la foto y parece que ayer la vi…. La amo tanto!! Nena, que falta haces!!

Después de 1095 días, sigo preguntando porque paso todo lo que paso, sigo aprendiendo de esta experiencia tan dura, tratando de manejar la rabia y la culpa que todavía me asaltan.
La gran maquinaria de la “justicia” sigue manoseando la demanda que pusimos en Agosto de 2012. El caso ha sido cambiado tres veces de fiscal, en respuesta a un derecho de petición de Mayo preguntando en que va el proceso, dicen que la fiscalía anterior omitió un oficio y que las cosas quedaron mal hechas, que hay que reabrir y corregir, que eso puede tomar tres meses. ¿?:(  El tribunal de ética médica guarda silencio, no hay victima que diga que la psiquiatra y los médicos implicados en el caso faltaron a la ética, así que “en esta instancia” no hay caso.  Mauricio sigue escondido, su familia sigue estando en los círculos sociales y médicos como si no hubiera pasado nada. La Psiquiatra sigue dando conferencias sobre abuso y mal trato, sale en la TV y nos representa en congresos internacionales. Como si nada!  En fin triste panorama el de la vía legal.

Alguien me pregunto el otro día si lo que quiero es justicia o venganza, me pareció interesante la reflexión. Querer justicia es lograr que quien ha faltado y dañado a otro, quien no ha actuado y con ello ha dañado a otros, pague de acuerdo a los códigos y las leyes. Para eso están los “recursos” legales, ese aparato monstruoso de la Fiscalía, un montón de procedimientos burocráticos con la máscara del “debido proceso”. Querer venganza es buscar que quien daño a otro por acción o por omisión sufra, este camino puede ser más rápido, pero es aún más tortuoso, pasa por lo peor de uno mismo y conduce con frecuencia a callejones de impotencia.
Como practica de reducción de daños seguiré caminando la ruta de la “justicia”, en la que creo cada vez menos y viendo a ver si entre todos se pueden hacer boquetes en la trama de silencio que rodea el abuso sexual, ese que convierte a la víctima en culpable y que con frecuencia mata, no todas las mujeres abusadas se suicidan, pero muchas quedan mortalmente heridas. El abuso, sobre todo, aquel que no se trabaja y se expresa, mata los sueños, las ilusiones y la confianza y deja una herida que sangra y duele toda la vida.