Relato de una mujer que denunció la violación de la que fue víctima durante masacre de El Salado.
"Minutos después, el mismo paramilitar llegó empujando a un guerrillero y le ordenó que dijera cuáles de las mujeres tenían romances con compañeros suyos. El joven, con lágrimas en los ojos, ni siquiera levantó la cabeza, ni siquiera miró a las mujeres, sino que con el dedo pulgar señaló al azar, justo en el sitio donde estaba sentada Rosmira Torres, de 46 años, madre comunitaria y mamá de Luis Pablo Redondo, un joven maestro a quien acababan de arrancarle las orejas en la cancha, frente a decenas de saladeros cuyo castigo era presenciar el macabro espectáculo. VER RELATO
Espacios para ventilar temas relacionados con el abuso sexual y para construir redes de apoyo que le den voz al silencio
martes
viernes
Segundo manifiesto por la muerte de Alejandra
11 Julio de 2014
Hoy se cumplen hoy dos años de la partida de Aleja. Dos años de duelo,
de preguntas, de respuestas, de retos con el silencio de aprendizajes y cambios
interiores profundos. Sigo aprendiendo y sanando… sigo echándola de menos y viéndola
aparecer en el arco iris, en las mariposas que me visitan en la terraza, en los
sueños, en la sonrisa de Martin y de Pablo, en los diálogos y los ritos que
hacemos para convocarla. Ahora sé que descansa en paz y eso me trae sosiego.
La denuncia penal que se radicó en la Fiscalía el 27 de septiembre de
2012, ha seguido el curso lento y tedioso de los procesos judiciales. Han
declarado bajo juramento 11 personas; de la Fiscalía vinieron a mi casa y se llevaron
el computador de Aleja. Mauricio está
escondido, no ha declarado. Puse un derecho de petición al tribunal de ética,
preguntando en qué va la denuncia contra
la psiquiatra y otros médicos en el manejo ético del caso. El tribunal contesto
que “se encuentran practicando pruebas”
y reiteran “que el paciente
presuntamente afectado por esa actividad médica, no es parte del proceso
disciplinario” (porque está muerta)
Los testimonios recogidos en la Fiscalía a las personas que supieron
del caso y deberían haber actuado para proteger a Alejandra y ayudar a
Mauricio, son paradójicos, todos se excusan diciendo que hicieron lo que
pudieron, (callar y protegerse, ninguno quizo denunciar). Hay declaraciones que
se contradicen abiertamente, que darían para un careo. Los médicos se amparan
en el secreto profesional, yo veo colegaje y cobardía. Temo que con este caso,
como con miles que diariamente se dan, no vaya a pasar nada, que nadie quiera
complicarse cuestionando personas consideradas en nuestra sociedad como
“intocables”, removiendo escombros y tierra de actuaciones pasadas, que ya no
aplican porque la persona afectada está muerta y no puede hablar, no puede
reclamar, no puede denunciar.
Aterrada he recorrido los textos de esas declaraciones, he tenido que
leerlas muchas veces para poder matizar la emoción y ver el discurso con que se
tejió el silencio, la manipulación, la complicidad, el encubrimiento. En esto
me han acompañado mis hijos y los amigos. La historia está llena de paradojas; una de
las más tremendas, es haber invertido tantos años y tanto tiempo (que debí
dedicar a los niños), en construir estrategias para evitar el estigma y la discriminación
y encontrarme con que, yo no fui
informada del abuso en el 2005, cuando este se descubrió, porque según Mauricio
y su familia, yo era una drogadicta que
había abandonado a sus hijos, para irse a trabajar al barrio Santafé con habitantes
de calle, prostitutas y amigos marihuaneros de pelo largo.
Hay varias
declaraciones de profesionales de la salud mental involucrados, que me dejaron
perpleja, dan mucho para pensar sobre el manejo ético, integral y profesional
que se hizo del caso y sobre los protocolos que se aplican para menores, padres
y madres en situación o riesgo de abuso.
Jamás
imagine que detrás del partero amoroso y gentil, del defensor de las mujeres y
los niños había un abusador. Que detrás de la respetable y confesional familia Espinosa
Gómez, había alcahuetas y encubridores.
Sólo ahora, dos años después de la muerte de Aleja, veo el tamaño de la
farsa y la mentira que se tejió 10 años atrás, cuando se la llevaron para
ocultar el escándalo. Lo que lamento más,
es el dolor de Aleja, convertida en sujeto abusado, una “niña en riesgo”, que pasó por las manos de familiares y por los consultorios psiquiátricos para finalmente
ser deportada a Miami durante nueve meses, con la fachada de irse a “estudiar
inglés con la tía Patricia”.
Cuando
permitieron que regresara, se fue a vivir conmigo (yo había mejorado de estrato,
estaba trabajando con el Ministerio de Salud y mi hermana nos ayudaba con la
casa)… en fin, hay mucha tela aun para
cortar en esa historia, también lecciones por aprender y responsabilidades por
asumir; reconozco que no sirve de nada
pensar en los “hubiera”. Yo la amaba y ella me amaba. Ambas fuimos enredadas por una maraña de manipulación y silencios.
Ella sigue viva en mí, en sus escritos, en las cartas, en mis recuerdos dispersos,
en el arco iris y las mariposas.
Dicen que debo ser cuidadosa con las palabras porque puedo
dañar el “proceso penal” o meterme en problemas por no tener argumentos
probatorios cuando cuestiono las acciones médicas y éticas de algunos
profesionales de la salud, algunos “Iconos” de la lucha contra el abuso, la
ética médica y la salud mental. Lo que
he leído y reconstruido de la historia es contundente para mí. La denuncia que
hago, no es para culpabilizar a otros del suicidio de Aleja, ahí cada uno debe
mirar lo que aporto, la denuncia es para gritar, que creo que falto ética, compromiso, que se permitió que
un hombre gravemente perturbado, que había abusado de su hija, siguiera
ejerciendo como ginecólogo y como obstetra de parto natural; que se configuró
un escenario terapéutico manipulado por la familia con apoyo de los terapeutas
para evitar un escándalo.
A veces pienso que debería seguir peleando ante la justicia
un proceso disciplinario contra algunos de esos médicos y cuestionar su manejo
y sus argumentos, pero la verdad, veo que eso no prosperará fácilmente y no deseo invertir mi energía y mi
pasión, en conectarme con la rabia y la impotencia. Si algo he aprendido estos
dos años, es el valor de los afectos, de los ritos, del amor, de las palabras y
las imágenes que convocan lo innombrable y lo mágico de la vida. Veremos que sale al final de los trámites jurídicos de la
fiscalía y el tribunal de ética médica. Por ahora miro con desazón como la
parafernalia del discurso jurídico, puede ser una trampa que mata la esperanza
y nos condena al silencio.
No quiero callarme,
hay otras maneras de hablar, la literatura, los materiales de prevención, el
arte, el manejo de los casos de “Si a Mis Derechos”, pueden ser caminos, creo
que hay que seguir hablando de lo que nos cuesta hablar, hay que buscar otros
lenguajes, otras maneras de expresar. Espero que la lección que nos dio Aleja pueda
servir para que otras mujeres rompan los
silencios que las destrozan y para que los profesionales que manejan casos se
fijen mejor en las formas como apoyan y tratan a las víctimas y a las familias.
miércoles
Para conjurar la tristeza y celebrar la vida….
Hace veintiún años llego Aleja al mundo, miro la foto que les comparto y recuerdo la perplejidad y la dicha de ese día, que afortunadas fuimos!!… Hoy miro su tumba y extraño su presencia y la imagino en ese otro útero, el de la madre tierra y recito en voz alta el poema de Gibran :
Tus hijos no son tus hijos
son hijos e hijas de la vida
deseosa de si misma.
No vienen de ti, sino a través de ti
y aunque estén contigo
no te pertenecen.
Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas,
viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar
ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos semejantes a ti
porque la vida no retrocede,
ni se detiene en el ayer.
Tú eres el arco del cual, tus hijos
como flechas vivas son lanzados.
Deja que la inclinación
en tu mano de arquero
sea para la felicidad.
domingo
Hoy hace 22 meses que Aleja se fue…
Hoy quiero renovar
en la red mi compromiso para romper el
silencio, es una manera de agradecer a los que me acompañan y confortan, pero también
una forma de renovar la esperanza y la búsqueda de sentido. ... Aquí
sigo… gracias a la familia, a mis hijos, a los amigos, a las redes y a los
ritos… En esto de los duelos, surgen múltiples ideas para confortar el alma y
trabajar el desapego y la culpa… He probado varias cosas, cada una ayuda un
poco en el camino… Arteterapia para confrontar los demonios en la imagen,
runas para entender el momento del ciclo y rescatar la esperanza, el oráculo
maya para buscar hilos de conexión con lo ancestral y el más allá, pases de
saumerios bendecidos por chamanes para purificar los espacios y cerrar los
agujeros negros, velas moradas para conjurar las malas energías, ritos de
limpieza con agua de mandarina y alcohol con alcanfor, baños con yerbas para
fortalecer el espíritu y la humildad… Esas cosas ayudan a entender y a
llenar de sentido el vacío; el dolor sigue estando presente, a veces es una
daga que penetra y rompe algo dentro del pecho, otras una rumorosa nostalgia
que se transforma en lágrimas… otras una rabia sorda que me envenena; voy
haciéndome cargo de mis emociones lentamente.
Esta semana un medico budista me dijo que
tenía que sacar todo lo que se relacionara con ella, cerrar ese capítulo de mi
vida y dejarla ir hacia la luz porque ella ya vivió su vida y tomo su elección…
Dice que para renunciar al apego debo empezar por lo externo….me estremeció la
idea, he pensado mucho en ello… Creo que tiene razón, pero que aún no
estoy lista, en este capítulo aún faltan algunas cosas por cerrar, el proceso
legal que avanza muy lentamente en Fiscalía y casi nada en el tribunal de ética
médica (?). Sigo pensando que hay que romper el silencio…no creí que sería tan
difícil, pero sigo creyendo que es necesario y seguiré poniendo mi empeño
y mi energía en ello.
Gracias a todos los que acompañan este
andar...
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